miércoles, 6 de mayo de 2009

Los lagartos nunca lloran

El lagarto está llorando,
la lagarta está llorando…

Federico García Lorca

Lagartos verdes y viscosos, verdeoscuros,
pegajosos como musgo, oscuros como cieno.
Con bocas saturadas de diente y lengua seca,
áspera, arenosa como el fin de la historia.
Con aliento amargo, inmundo, pestilente
y ojos aleves, calvos, legañosos
(ojos traidores, casi ciegos, incoloros)
Los lagartos, esos verdes y viscosos
se regocijan en el limo pegajoso
(pegajoso verdinegro de sus colas)
Los lagartos que no duermen con sus ojos.

Se revuelcan en el barro, chapalean
con sus colas traidoras y sus dientes
y desfilan por el agua como cisnes
pero muerden feroces como escualos.
Los lagartos tan verdes, tan viscosos
y resecos y prehistóricos y aviesos
se retuercen en el mar como delfines
con la gracia que tienen los lagartos.

Devoran con pasión la carne muerta
que alimenta sus corazas anacrónicas.
Monstruos modernos, ridículas sirenas
animal deplorado y deplorable.
Lagarto verdeoliva, verdebacteria,
maldecido, junto a sapos y culebras,
junto a la lacra servil y complaciente.

Nunca he visto llorar a los lagartos…