Para Octavio Carreras Leal, mi hermano
Las ciudades con mar tienen un olor especial
como de vientos salados que se mecen rebeldes.
Sus puertos multicolores y ajetreados
llevan y traen aromas de sudores y de peces,
que se esparcen por las calles con la brisa
y las acunan amorosos por las noches.
Hay una ciudad con mar que huele diferente,
distinto a cualquier mar y a cualquier puerto.
Primero es una vaharada dulce y penetrante,
como de frutas maduras, como de hombres en celo.
Vapores de mangos y de estrellas que embriagan,
como rones añejos, como sones sensuales.
Después se abre, como los corazones.
El perfume acepta los matices salinos
que generosamente regala el agua interminable
y el frescor relajante de árboles inmensos.
Pareciera que quisiera acomodarse
al olor especial de las ciudades con puerto.
Pero no. Siempre se subleva:
retornan victoriosas orquídeas y papayas.
Entonces, como una ráfaga indecente
reaparece la dulzura que emborracha.
Y me dejo seducir, sin resistencia.
Me entrego mansamente al olor de La Habana.
martes, 6 de mayo de 2008
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1 comentario:
Conocí a Octavio a mediados de los 90. Exponía sus acuarelas en un hotel de La Habana. Le compré dos, que todavía conservo en mi casa de Argentina. Compartimos muchas charlas en esos días, pero nunca volví a tener contacto con él. Qué es de su vida?
Dardo Rodríguez, argentino autoexiliado en Honduras. djrmasci@gmail.com
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