El hombre nuevo
Como en los Olivos, el hombre nuevo
Calmó su cólera encendida con puñales
Subiendo de espaldas por regiones claroscuros
Dejando un jirón de piel en cada espino,
Volando como paloma al viento de la angustia,
Redimiendo la muerte con la vida,
Esperando que semilla y espiga,
Cordero y oveja, renazcan semejantes.
La conciencia como una lúcida luna de cuarzo
Anida en los cristos desiguales
-pobre cristo dividido en sangre y llanto,
hieles y mieles, cruces y árbol, risa y espanto-
Cristos imperfectos, duales, corruptibles
Que aguardan la sentencia criminal de la materia:
Tierra y patíbulo,
Cuerpos y tumbas.
Como el profundo terciopelo de la noche
Acepta cráteres de claridad agonizante
O los vinagres descubren dulzuras imprevistas
Y el fuego también arde en espuma sofocada,
El hombre que fue niño,
Sangre y venas, párpados y ojos,
Corazón y latidos, sonido y pensamiento,
Surge en humus y alma, espléndido y antiguo.
Lo que queda del día
pálidas, plateadas columnas de aurora
reino del casto alabastro profundo
humedad cuajada de las hojas del árbol
esperando bosques arqueados de pájaros
pétalos colmados de terrestre belleza
simetría turgente, blanca sobre roja
candelabro de la tierra son botones de trigo
en valles y colinas, acequias y ríos
la fiebre de la vida desprende su aroma
alarga los mares y levanta al mundo
la que se quiebra en mínimas ranuras
se eleva, se pierde. Desnuda mis dudas.
martes, 21 de abril de 2009
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario